El refresco

Autor: Edgar Sega / Etiquetas:

Al ver que se abría la puerta, la chica salió en un santiamén, desorientada y con un velo de niebla en los ojos. Tiritaba con violencia, provocando que la escarcha que cubría su piel escapara de su cuerpo desnudo. Empezó a recuperar la vista para toparse de frente con la mirada de su anfitrión, tan oscura como una noche eterna. Escapó de ella dirigiendo los ojos hacia abajo. Sus pechos, otrora hermosos, tenían un aspecto horrible. Estaban morados y con los pezones tan duros a causa del frío que pensaba que podrían romperse al mínimo roce.
      —¿Yaaa… esss… tá? —pareció sonar entre el castañeo de sus dientes.
      Él no respondió. Le puso el termómetro a escasos milímetros de la frente y midió su temperatura corporal: veinticuatro grados.
      —Solo cinco minutos más, querida, en verano me gusta un poco más fresca —se relamió el vampiro mientras la metía de nuevo en la cámara frigorífica.

4 comentarios:

Elisa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Elisa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anita Dinamita dijo...

A estas alturas me entero de que tienes un blog... :-)

Edgar Sega dijo...

Sí, Ana. Aunque como ves está un poco abandonado. Gracias por pasar ;-)

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